10 de enero de 2013

El ángel vampiro


Un ángel se suicidó en la noche.
Su sangre se hizo aliento de los mortales,
el sol les condenó a jamás verlo
le juró la muerte si se presentaba ante él
y la luna lo acogió presentándole a sus hermanos:
el tiempo, las sombras, el misterio, la oscuridad.

El ángel vampiro, su divina sangre resuma
por las entrañas de lo oscuro,
un paso más del sobrecogedor poder de las sombras.
Después de 2000 años aun pasea por la noche.
Ofrece la sangre que los vampiros necesitan para curar
sus heridas.

 Ángel padre de los vampiros, que con la madrugada del tiempo
 la oscuridad lo invade todo.
Las velas se apagan con el viento de la distancia,
ventanas rotas caen, cristales que sangran tristeza
por el oscuro callejón que atraviesa mi pecho;
no quiero acabar terriblemente sólo.

Las campanas que no cesan cantan 200 muertes
de desconocidos. Flores, velas y ofrendas se
venden en las plazas. ¿Para quienes serán?
¿Qué tumbas serán engalanadas con esas flores?
En pocos días marchitas por las almas en espera.

¡Qué triste es la muerte! Ya no dejo flores en las
tumbas de mis queridos que llenan cientos de
cementerios, aunque todos permanecen en mi
recuerdo, recuerdo infinito, como mi propia vida,
una vida abrazada a la muerte...
como yo mismo.

Solo los viejos conocen el poder del tiempo,
que los niños con sus ansias de ser mayores
luchan contra las leyes del tiempo.
Un niño jugando a ser mayor,
un adulto recordando su infancia.

Mi existencia paseando entre las sombras, bajo el
profundo olor a sangre de la presa mortal
de su virginal inocencia, fruto de mi aliento.
Alimentar la muerte exterminando la vida
¿Cómo se exterminará la luz?


Jerelyn Patricia Herrera

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